Lectura para el jueves 16 de noviembre 2017
LAS RANITAS EN LA NATA
Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata. Inmediatamente
se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado
tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas
patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; solo
conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez
era más difícil salir a la superficie y respirar.
Una de ellas dijo en voz alta: “No puedo más. Es imposible salir de aquí.
En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir no veo por qué prolongar
este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un
esfuerzo estéril”.
Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez siendo literalmente
tragada por el espeso líquido blanco. La otra rana, más persistente o
quizá más tozuda, se dijo: “¡No hay manera! Nada se puede hacer por avanzar en
esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mi
último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora”.
Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni
un centímetro, durante horas y horas. Y de pronto, de tanto patalear y batir
las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla.
Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente.
Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente.
DÉJAME QUE TE CUENTE… Jorge Bucay.
Comentarios
Publicar un comentario